Nadar es una especia de soledad compartida. Cuando se trata de nadar en el mar este se convierte en la suma de temores, aspiraciones e ilusiones. Cuando se nada durante horas supongo que el aliado y el enemigo es uno mismo. El mar siempre ha estado ahí y uno se convierte en el intruso mientras el se dedica a lo que siempre hace. Seguir su vida de movimientos interminables, al tiempo que se convierte de nuevo en testigo de la búsqueda de los retos personales, de hazañas, del drama de hombres que viven durante horas una singular soledad.
Chistian Jongeneel.